viernes, 10 de mayo de 2013

De los andurriales





El tramo de tierra que posee
es la base de su morada
en los suburbios, donde él
se relacionaba con la pretensión
de que vive junto al mar.    

Nada de locura, no,
es la sentida pertenencia
del que nace en la ciudad del puerto
—porque La Habana
es un puerto con ciudad;
que nadie piense lo contrario—.

El día resulta mediterráneo
en los barrios del sur,
aunque la sal está en el aire.

Con la noche el mar se acerca,
de olas la brisa se perfuma
y toda la Isla se hace costa.

pichy

2 comentarios:

  1. Bella descripción de tu ciudad y un buen poema sin duda. Contagia la emoción que sientes por tu Habana de una manera sencilla y es que está muy bien escrito. Me gusta.

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  2. Muchas gracias. Sí, que amo mi ciudad, y su mar —porque, bien poco valdría La Habana sin mar—.
    Esta Isla —realmente archipiélago; con casi 5000 cayos e islotes, y sus islas— es como un barco —la parte más estrecha, es de 30 y pico de kilómetros, y la más ancha no llega a 200—, según veas el estado del mar; sientes el clima en tierra. La humedad es normalmente alta. La mayoría de las costas son bajas (por lo que, con el cambio climático, nos vamos estrechando, y cualquier día del próximo milenio —de no detenerse el deterioro del planeta— se podrá pescar, desde los bancos del Parque Maceo. Que La Habana, amén de ser una ciudad construida sobre riachuelos, su parte le ha robado al mar. Cuando yo era "chiquitico y del mamey", nunca oí hablar de penetraciones del mar. Después, vi ciclones creando mareas de tormenta con algunas inundaciones en áreas cercanas al malecón. Hoy día, cualquier mal tiempo que pase por la costa norte, desborda el malecón y el agua alcanza hasta 7 cuadras, ciudad adentro. Abrazos

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