martes, 29 de septiembre de 2015

SIEMPRE SOBRA ALGO

No termina uno de acostumbrarse
a los cambios estacionales
y menos aún, si acompaña el calor
del verano,ese, que precisa del desnudo
y rechaza los abrazos,
el roce..,
volviéndonos extranjeros de sí mismos
al exorcizar la endiablada
temperatura.

Y llegarán las tormentas
del comenzado otoño;
días de caducidad
y cardenillo, en los faroles
que alumbran la caída de las hojas,
la siembra del asfalto:
anaranjadas sendas
propuestas a pudrirse
o ser barridas...

Begoña M. Bermejo

viernes, 25 de septiembre de 2015

OTOÑO CARIBEÑO



Angustia este viento

al despeinar las bellezas

y sus acordes, sudorosos aun,

porque, acá, el otoño no es más

que una esperanza

de que llegue un invierno,

siempre inexacto.

Pichy

jueves, 24 de septiembre de 2015

REMEMORANZAS ENTRAÑABLES




Fragmentos desgajados de una esfera
saltan en silencio ungidos de costumbres,
botan y rebotan
en la penumbra resignada de la ausencia
como jade
sobre mármol y alabastro frío.

Una pampa devora el sentimiento puro
en desolación de luces apagadas
y anhelos repetidos en el universo
de las concavidades porosas de los ojos
donde el eco de las estrellas, lamen
los iris entornados, almacenando chispas
acuosas, en las pupilas.

A poco, un azote de viento nácar-verde,
acumula sueños insatisfechos de cristal
como pedazos multiformes de esquirlas
que se traga el océano con adioses
en forma de olas metafóricas y rutinarias
hasta engendrar labios agrietados por la sal
sin agua y sin movimiento.

Eslabones perdidos prediciendo fragancias
de heno seco y horas quietas, selvas caóticas
de grandes arboledas y follajes que tratan
con entropía, alcanzar los cielos, traspasarlos,
como estatuas de marfil, ríos de materia plana
en abismos de inexorables aburrimientos.

Sólo queda un estandarte sin aire, quieto,
como un lienzo mortuorio tras el fantasma
que se oculta transmutado, sin trasparencia,
intangible, pálido, sin reflejo, en un cuenco
de la mano que acaricia la piel, antes, ahora,
como rescoldos apagados.

Lo gélido pasea entre cipreses altos
buscando el espíritu exiliado y sin destino
bajo la sombra de una nueva voz,
un nuevo aliento, un nuevo viento, perfumado
a olor de mar, añiles sonidos, rojos recuerdos
venidos al presente en brazos diferentes.

© Luis Vargas Alejo





viernes, 18 de septiembre de 2015

LAS COSAS DE BILD



LAS COSAS DE BILD

Bild se sentó en un banco de madera del parque después de haber dado un paseo en solitario por la ciudad. Miró con satisfacción los altos plátanos de la alameda.

Contempló el cielo azul radiante y sonrió con aquel niño feliz que aprendía a montar en bicicleta hasta caer al suelo, levantarse y, sin llorar, volverse a montar. Bild pensó entonces que necesitaba que ocurriera algo extraordinario en su vida.

Su cotidianeidad era tan monótona que le dolían los aprestos y hasta las burbujas de jabón que rizaba un barbudo trotamundos con una cuerda y un barreño con agua viscosa. Bild no tenía amigos con quién platicar, no tenía nietos con quien jugar, no tenía proyectos después de una jubilación y no tenía nada qué hacer, mas que contemplar las musarañas.

Bild, tras fumarse un cigarrillo observando la fugacidad del humo que ascendía con el viento disipándose, se levantó de la bancada y, paso a paso, se encaminó hacia su casa con la esperanza de que algo excepcional pasara en su vida de un momento a otro. Y se dijo así mismo para consolarse: bueno, mañana será otro día.  

© Luis Vargas Alejo

jueves, 17 de septiembre de 2015

RAREZAS NATURALES





Escogimos el verso para enfrentarnos a la vida
y nos miraban todos como gente rara. Todos.

Debimos nacer con algún gen soslayado
adherido al ritmo de los versos que sustancian
los anhelos, sueños, contra penas y sentidos
que solo se manifiesta en la palabra escrita.

Algo anormal, porque lo que la norma exige
es que se vaya de aquí para allá llenos de proyectos
y negocios con un maletín en la mano
viviendo para trabajar y no trabajar para vivir
y así alcanzar muchos bienes materiales.

Y este gen traidor que ama el arte y no las guerras,
la paz que desenmaraña los sentimientos y realidades
de la belleza, oculta de las cosas y los hechos,
el conocimiento intuitivo, la ilusión y el destino,
el silencio en las noches sin luz, y la memoria
de los gozos, que reconstruyen los olvidos de la vida,
ese gen sólo está en aquellos locos que entienden
la poesía.

Cerramos las heridas verso a verso, mutilando
de la cadena de adeene aquellos péptidos y aminoácidos
que conforman los genes que manejan la actitud de las masas
a pesar de que los que no son poetas nos ninguneen
y piensen que somos nada, que no somos nadie
y solamente cantamos como las cigarras frente a las hormigas.

Cuando en verdad somos en los versos, el vendaval
que sopla cuando no hay viento.

© Luis Vargas Alejo 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

EN ATENCIÓN A PICHY



RETRATO DE ILUSIÓN

Iracundo
Frío y salvaje
Amante como un torbellino
Desgajado como un pétalo
De espíritu fuerte
Debil de cuerpo
Tenaz en todo.

Sensible entre pinos y sauces
Emulante a un otoño amarillo
Poeta
De ojos pequeños y claros
Penetrantes como espinas
Expresivos, tiernos, risueños
Por donde entra y sale la vida.

Tierno y áspero,
Melancólico y nostálgico
Como cualquier enamorado,
Y en la montaña, piedra,
Y en la fuente, agua,
Y en el árbol, hoja,
Y ante Dios, nada.

Sentimental emocionado
Con infinita dualidad,
Que en la intimidad agrada
Y desespera entre las masas

Patético en la inocencia
Dramático de la vida
Que apenas modula hacia fuera
Y dentro lleva esculpida el ansia.

Actor que va representando
El teatro de lo “imposible”
El argumento del existir
Impasible unas veces
Y, en apariencia, siempre serio.
Imaginario aventurero
Dual en tranquilidad y zozobra.

Noble
Sujeto siempre a la rectitud
Que intenta descubrir lo mejor
De lo más profundo del ser
Y descubrir la esencia que no se ve
Queriéndola alcanzar para sí
Como el fruto más elemental.

Y por fin,
Vertiginoso enigma
Que quiere arrancarle a la vida
De lo más profundo del mar,
De las simas más ocultas,
Lo más exquisito y sensible.
A Veces, no lo consigo.

© Luis Vargas Alejo 1969